4 pasos para mejorar en gestión de expectativas

Lo leerás en 4 minutos.

Expectativa. Suposición centrada en el futuro asociada a la posibilidad razonable de que algo suceda. A menudo el conflicto surge precisamente de la discordancia entre la expectativa y la posibilidad. En este punto, lo primero es tener claro si esa posibilidad razonable es realmente posibilidad.

Puedo abrir la nevera y esperar que esté llena de cerveza. Si he ido bebido cerveza y no he subido más, no es razonable pensar que hay cerveza suficiente en la nevera.

Para ajustar la expectativa al resultado, no hay nada mejor que intentar tener claro qué esperan de nosotros y dejar claro qué obtendrán.

Invito a unos amigotes a tomar un algo a mi nuevo piso. Ese algo probablemente será unos vermúses o unas cervezas. Me preguntan si tienen que traer algo. Normal, porque no han visto mi nevera.

  • Les digo que no hace falta que traigan nada. Esperarán que en casa haya cerveza o vermouth y cositas para picar. Asumirán que lo habré previsto y que me habré ocupado, ya que les invito.
  • Si les digo que si hace falta que traigan cosas, se ocuparán o me preguntarán qué falta y lo subirán ellos.

En ambos casos, con una simple pregunta (tío, ¿traemos algo?) logramos ajustar la expectativa al resultado.

En mayor o menor medida, hemos aprendido a gestionar la frustración sobre nuestras propias acciones en la mayoría de situaciones. Así que si no hay cerveza al abrir la nevera pero no va a venir nadie… beberemos agua, y todo bien.

La cosa cambia cuando nuestras acciones (o no-acciones) afectan a los demás.

Si no me he ocupado de la cerveza y nadie me pregunta/se ofrece, habrá que comprar. Pero la expectativa se ajusta con un simple mensaje: tíos, no hay priva/tío, ¿traemos algo? que puede venir de cualquiera de los dos lados de la interlocución.

El ejemplo se aguanta con pinzas pero me sigues, ¿verdad?

La gestión de expectativas evita frustraciones.

Existen técnicas y herramientas específicas de gestión de expectativas pero la base consiste en 4 pilares básicos que no tienen mucho misterio. Dada una situación:

  • Adelántate al conflicto (¿hay cerveza?)
  • Sé realista y sincero/a (tios, no tengo cerveza y no sé si podré bajar. ¿Traéis vosotros?)
  • Analiza, aprovecha para reflexionar (debería haber bajado ayer. No volverá a ocurrir)
  • Vuelve al primer punto (¿falta algo más que cerveza?)

Un ejercicio pero no en plan deberes.

Te propongo un pequeño ejercicio apunta y mira luego. No esperes nada muy sofisticado. Lo aplicaremos a bajar a comprar al supermercado a por cosas.

Anota en un papel lo que estés a punto de hacer y lo que esperas conseguir, con cierto nivel de detalle. Algo como:

  • Miraré en la nevera
  • Prepararé una lista
  • Bajaré al supermercado
  • Compraré lo que tengo anotado en la lista
  • Me costará unos 25€
  • En media hora lo resuelvo

Fíjate si durante el proceso de redacción cambia tu expectativa respecto a lo que vas a hacer (además de fijarte en el tiempo que tardas en ese proceso de redacción) y si añades una dosis de realidad al asunto. Es natural que ocurra. A medida que escribimos vamos añadiendo resolución a la definición de las tareas y unas cosas empujan a otras.

Lo que acaba ocurriendo es que miras la nevera, haces la puta lista, bajas al supermercado, llenas el carro con lo que tienes apuntado pero acabas yendo hacia la caja con algo que tenías apuntado y que no has encontrado. Además, añades tres o cuatro cosas más por si acaso o en las que no habías pensado. Azúcar, que no sabes si queda y un paquete de chicles. La fiesta te acaba costando más de lo que habías previsto y has tardado prácticamente una hora.

Este tipo de ejercicios basados en esconder el papel y luego revisar si todo ha ido como estaba planeado nos pueden servir para reducir las desviaciones entre expectativa y resultado, a base de iterar. Nos ayudan a definir objetivos más claros, concretos y sobretodo más cercanos a la realidad.

Reducir esa desviación de forma significativa requiere un número sorprendentemente bajo de iteraciones.

Si esto nos ocurre en entornos que podemos controlar como el relleno de la nevera, ¿cómo no nos va a ocurrir en relaciones personales o profesionales? Son mucho más complejas y dependen mucho más de la capacidad de comunicación y comprensión del entorno no sólo nuestra, sino también de nuestro interlocutor.

Aprendiendo a gestionar nuestras propias expectativas conseguiremos gestionar mejor las de los demás.

Compartir 4 pasos para mejorar en gestión de expectativas

TwitterWhatsAppLinkedInFacebookGoogle+Buffer

Dicen que las opiniones son como el agujero del culo. Que todos tenemos uno y creemos que el de los demás apesta. No sé cómo te olerá a ti, pero si te apetece dime qué piensas de
4 pasos para mejorar en gestión de expectativas.